domingo, 27 de octubre de 2019

Hécate venida a menos.


Por la mañana me levanto y lo primero que hago es ponerme manos a la obra, a la laboriosa obra de visualizar. Hay tantas ambiciones y expectativas brollando impetuosas en mi ser. Me desperezo, visualizando, me acicalo y una vez atildada, salgo al mundo a por aire. Me desplazo implacable mostrando mi mirada altiva, la de quien ya se siente en los laureles del éxito y está bien despierta en ellos. La gente se deja impresionar, me ve tan exitosa como me veo yo misma y dejo tras de mí la estela de admiración que dejaría un navío en el mar. No cualquier navío, uno de esos mega yates mega exclusivos de cuantiosos metros de eslora. ¿Qué haré? Puedo hacer lo que yo quiera, pues tengo fe y el poder de atraer. Eso es importante: ATRAER. ¡Hay tantas posibilidades!
Siempre me ha gustado observar el cosmos, ese cosmos en el que deposito mi destino. Seré astrónoma, o astronauta, o astróloga, o astrocito, lo que se tercie o mejor se adapte a mis impulsos. Ya lo estoy viendo: nebulosas bautizadas con mi apellido; tener nombradía en el barrio a partir del firmamento. Todo lo que sube tiene que volver a bajar.
O tal vez estudiaré ingeniería. Construiré puentes revolucionarios que no necesitarán sostenerse en nada. Ya veré como me las apaño, con mi fe, seguro que encuentro el modo. ¡La fe los sostendrá! Lo tengo tan claro que empiezo a mirar por encima del hombro. Están en deuda conmigo. Esto es precisamente lo que necesita el mundo: ACTITUD. Lo vi en un publirreportaje sobre Steve Jobs.
Dejaré de beber, de fumar, de olisquear disolvente. Juro solemnemente, que desde este mismo instante toda esa corrupción queda fuera de mi vida y mi ser.
Seré bailarina, cantante, modelo, vedette y titerera. Lo que me salga de la entrepierna. Campeona mundial de Go, pintora hiperrealista o tal vez resuelva la hipótesis de Riemann o la conjetura de Hodge. Desde niña he tenido facilidad, me lo decía mi mamá y también mi profesora de ciencias. Solo carecía del combustible que siempre ha impulsado el motor de los grandes logros humanos: UNA VISIÓN. Y yo no tengo una, las tengo todas a mi disposición. Lo estoy deseando con tanta fuerza que temo llegar a alterar el equilibrio gravitacional interplanetario.
Me ha parado uno a pedirme fuego y pensé que quería un autógrafo, absorta como iba en mis ensoñaciones. He sentido incluso la tentación de ofenderme al ver una demanda tan inapropiada por su parte. Pronto deseará ese autógrafo, pero yo ya estaré en Palaos. Al menos podrá decir que le alumbré cuando más lo necesitó y sin pedirle nada a cambio.
El mundo no es lo bastante perspicaz como para anticipar en qué se convertirá lo que ahora tiene enfrente.
Aún no sé a qué me consagraré, pero sé, SÉ, que irá de la mano con el éxito. ¿Qué haré con tanto dinero? Me compraré un mega yate mega exclusivo y también un Lamborghini Murciélago. Los murciélagos son criaturas mamíferas que vuelan escuché en cierta ocasión. Tal vez me haga bióloga. Además el murciélago es el único animal con las cinco vocales en su nombre. Tal vez me haga filóloga. Hay mucha gente, con mucha menos fe que yo, que estudia varias cosas al mismo tiempo. ¿Por qué razón renunciar al incontenible éxito heterogéneo? Talento multidisciplinar sustentado sólidamente en la capacidad de soñar y de ATRAER. Si salgo a la calle es solo a modo de advertencia, de adelanto, de prólogo del triunfo de la fe sobre la mediocridad. El mundo debe abrir los ojos, estoy aquí pisando fuerte el suelo y con el poder del cosmos empujando en la dirección que a mí me apetezca avanzar.



Por la tarde, aún sigo sumida en mi éxtasis místico aunque este se ha desvanecido un poco entre las brumas de la ñoña y la siestaza. No importa, estoy resuelta, va a ser la ostia. Quedo enseguida con mis seres queridos para hacerles partícipes de mis metas. Llegan, me abrazan y  les devuelvo el abrazo en un despliegue de humildad digno de encomio. Pongo sobre la mesa todas mis cartas y en vez de corresponderme con entusiasmo, realizan pequeñas acotaciones, puñeteras todas, que en el fondo cuestionan todos mis planes. ¿Que hay que estudiar matemáticas cuántos años? Bueno. Mi fe no se deja amedrentar. Mañana mismo, o el lunes mejor, me busco un profesor particular. Que sí, que calcular es una tarea exigente y fatigosa. No importa, compraré una calculadora científica. Mañana mismo. O el lunes. No, no, el martes, el lunes estaré contactando con aquel que debe guiar mi carrera meteórica en sus primeros compases.
Vale. Necesito un carnet de conducir para el yate, es insoslayable. Incluso para el Lamborghini. Eso se hace enseguida, en cuanto me ponga lo hago. ¿Quién sabe? Tal vez el cosmos lo meza suavemente hasta mi orilla del mismo modo en que arrastrará hasta mí cualquiera de mis otros deseos. Es cuestión de cerner cuidadosamente los mismos.
¿Cuatro años mínimo para formarme como bióloga? La madre que me parió. De acuerdo, en algún momento arrancaré. ¿Academias de bellas artes? Por lo pronto me compraré un bloc de dibujo y compondré algunos versos. En cuanto tenga cámara, lo juro, subo alguna de mis canciones a Youtube. Ah, ¡si me prestas tu una cámara podré empezar mucho antes! ¿Lo ves? El universo ya ha puesto en marcha la maquinaria. Pronto su desplazamiento no encontrará oposición. Me quedo más tranquila al saber que el plan divino ya gatea. Os invito a cerveza a todos para celebrarlo, aquí y ahora. Pagadlas y ya os lo devolveré, pronto la abundancia económica será lo único que conozca.


Por la noche estoy sola en mi habitación, borracha y asqueada, y me duelen los pies del peso. Del peso de la máscara ante el mundo, del peso de las excusas ante quienes me quieren. Puedo engañar a cualquiera menos al espejo. El esfuerzo me da alergia, los murciélagos me dan asco, los yates me marean. El Go me da dolor de cabeza y mis aptitudes plásticas no van más allá del “con un seis y un cuatro hago tu retrato”. Pero me pondré eh, me pondré. En cuanto… tenga una calculadora. Hoy ha sido un día agotador. Mañana, mañana sí que sí. Este tipo de espinosos obstáculos forman parte del rosal. Solo hay que desear, con mucha fuerza y ganas, especialmente cuando estás a solas y nadie puede oler las consecuencias de tanta fuerza concentrada en el bajo vientre. Ahora es momento de seguir soñando, esta vez dormida. A ver si me despierta mi madre a tiempo para ir a preguntar por autoescuelas, para luego ir a las autoescuelas para preguntar por horario y precio, para luego ir a preguntar por financiación, para luego... bah.




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