sábado, 27 de marzo de 2010

Insulto a la consulta, insulsa y sin culto II. (Satán en el diván)



Oye loquero de medio pelo, igual no sabes muy bien que pinto aquí. Te costará de creer, pero estoy A-CO-JO-NA-DO.
Paseaba el otro día por un caminito que tenemos ahí en el averno, que me gusta bastante la verdad, y me sentí un poco nostálgico.
Antes solía pasearme yo mismo por la Tierra, tocando los cojones, tentando a la gente buena, sembrando el caos más injusto, dando masajes a los banqueros y las juezas, que son mis prim=s hermanxs por aquellos parajes, y ese tipo de cosas. Lo que pasa es que uno se hace viejo, ya se sabe, y por eso "sabe más el diablo", yo.
Un día de tantos, sin motivo aparente, preferí quedarme aquí arreglando los registros del lago de azufre, inspeccionando que todo estuviera en orden, conversando con Gloria Fuertes o el Fary, actuando de un modo sensato en definitiva.
Así fue como empezaron a subir a realizar los encargos mundanos mis vasallos. Y yo paulatinamente, me apoltroné en mi butaca a otear el tétrico horizonte.
Sin embargo el otro día como te decía, me sentí nostálgico. Un arrebato propio de la pasión juvenil, me indujo a sentir curiosidad por tantear la superficie terrestre tanto tiempo después.
Así que preparé la excursión y me dispuse, con una sonrisa y cargado de malas intenciones a visitar a lxs mortales.
Durante el camino desde el sheol, alguna advertencia me dieron mis serafines, en especial Asmodeo. Pero como es un cachondo y siempre está de guasa, pues no le presté demasiada atención. Y debí hacerlo.
Cuando asomé la tranca, porque ya iba verga en ristre como hacía en mis tiempos mozos, perdí mi erección al tiempo que me caían los huevos al suelo. ¡Que malditxs salvajes, por todos los mariconazos de los santos!
Me di un voltio, medio agazapado y con las canillas vibrando a causa de los temores que me infundían los humanos, ¡¡pero en que se han convertido!!
No, no, no, así no. Yo siempre les insté a hacer el bestia, a blasfemar, pecar, bueno, es mi profesión. Pero de la maldad que les infundía, esa que se reflejaba en sus ojos y que tanto me enorgullecía, al bestial vacio de su mirada, hay muchísimo trecho. Es que cometen fechorías que incluso a mí me ruborizan sin inmutarse, casi empujados por una especie de despiadada memoria quinestésica. Es que se mofan hasta de la maldad.
Si es que siempre me quejé, pero comprendo a la perfección que necesito del bien para subsistir. Sin escala de valores, no habría mal ni yo tendría réprobos a quienes atormentar en mis abismos.
Pero cojones, es que reniegan de todo, de cualquier escala de valores, para bien y para mal, se mean en ellas. La madre que los echó al mundo joder.
Ya lo decían mis allegados ya, vete al loro Luci, que ahí arriba no se andan con chiquitas últimamente, mucho ojito con meterte en según que barrios…
Pues sí. De hecho es que me volví a mis dominios cagando leches. Y no solo porque no podía soportar más la infame visión de esa especie de vertedero superfluo, es que encima unos cafres que me vieron pasear por allí, y haciendo caso omiso a mi expresión de horror, pretendían introducirme sus porras en el recto, ¿¿pero como osan?? ¡¡A mí, al señor de las tinieblas!!
Desde luego, mezquindades enrevesadas al margen, tengo que hacer a esos tales “mossos” lugartenientes de mis salas de tortura cuando hayan descendido a las profundidades, que además hace tiempo que el patizambo de Olivier me pide unas vacaciones.
Aunque no se que se supone que debo hacer con el resto, porque dudo muchísimo, en primer lugar, que tenga espacio para tanto hijoputismo en el pozo sin fondo.
Y sobretodo, es que me van a montar un pollo ahí abajo que podré darme con un canto en los dientes si consiguen sobreponerse mis huestes a semejante cúmulo de psicópatas. Si ya nos da faena el puto Wojtila por si solo. ¿Que vamos a hacer con tantísimo energúmeno?
Sinceramente, nunca pensé que me llegaría a cansar de esta faena. Cuando planté cara a Dios, y el muy cabrón me dio la patada en el culo, incluso me alegré de poseer estos confines tenebrosos y la facultad de ir a molestar y corromper a la humanidad.
Pero la situación se me ha ido completamente de las zarpas. Esas criaturas se han vuelto aún más peligrosas que yo. Mi aliento huele a lavanda si vas a compararlo con el olor que expelen sus almas vacías. Si es que ya no pinto nada, si es que casi me enganchan para prostituirme en un ratito que subí a ver como estaba el patio.
Paso, no consigo levantar cabeza, me retiro. Que gobiernen ellos el mundo y los infiernos. Yo pinto menos que Georgie Dann, y mis demonios, tiempo ha tan temidos, ahora parecen colegiales, y quiero decir colegiales de los de antes, no los monstruos modernos.
Comprende que solo piense en olvidarme de todo. Soy un don nadie. A la mierda.





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