domingo, 24 de enero de 2010

Para quien hicieron la carcel, si el rico nunca entra, y el pobre nunca sale




Era Marina una mujer nacida en una reputada saga familiar, de distinguida alcurnia y estilo de vida acomodado y placentero.

Solia despilfarrar sin demasiado remordimiento el dinero que su padre el banquero venia amasando mediante sucias tretas y a costa del pueblo llano.
Pocas cosas le satisfacian mas que coger la tarjeta e ir por ahi a dilapidar la fortuna en placeres inanes y objetos futiles. No tenia limites su poder adquisitivo, pero al final esto se torno contra ella.
Tener todo cuanto deseaba al momento hizo que perdiera el gusto por desear las cosas, asi que empezo a volverse una chica mala.

Empezo a disfrutar hurtando y sisando, le encantaba disparar su adrenalina burlando la seguridad de cualquier establecimiento, de alto standing o no.
Por desgracia, y pese a haber acudido a los centros educativos de mayor prestigio internacional, lo cierto es que seguia siendo bastante gilipollas. Lo selecto de su carrera academica contrastaba con lo escaso de sus aptitudes, y esto no hizo sino empeorar sus lamentables tendencias cleptomanas.
Mezclar la ignorancia con la cleptomania mas gratuita, solo podia acabar mal.

Asi fue como una vez, se encandilo ante un diamante que habian expuesto muy apeteciblemente a su alcance.
Empezaba a sentir aquella necesidad acuciante de chorizar, miro a un lado y a otro, alargo la mano y no pudo volver a guardarla porque habia sido interceptada por el maton uniformado de turno.
Ella, desesperada, menciono su apellido, cosa que no la hacia sino mas culpable, puesto que todxs sabian que de haber querido habria podido comprar varias joyas como esa, maxime cuando esa era falsa, de ahi que estuviera expuesta tan su disposicion.

Bueno, se armo el revuelo, llego a oidos de su familia, y aunque intentaron llegar a solucionarlo mediante una compensacion economica in situ, alguien, indignado por la asquerosa actitud de Marina, lo denuncio todo.





Era Maria una mujer de "clase baja", madre de cinco criaturas y viuda desde hacia dos años. El gobierno nunca se mostro demasiado sensible para con ella, y tras innumerables gestiones burocraticas, concediole una humillante paga mensual de unos 300 euros.

Dos de sus hijxs estaban enfermos, y otrxs dos no estaban, ni de lejos, en edad de trabajar.
El futuro se adivinaba bastante aciago, hasta que un dia la suerte parecio sonreirle. Volviendo de la cola del INEM atraveso una de las calles de su barrio periferico, y pudo observar con sus ojos un alunizaje en toda regla sobre una joyeria de ubicacion bastante insensata. Vio a los bandidos huir, y aunque en principio penso en intervenir, acabo convenciendose de que bastantes problemas tenia ella ya, sin saber que comeria mañana.

Pese a todo, una reflexion le llevo a la otra, y casi mecanicamente su brazo agarro un pedrusco brillante a traves de los cristales rotos.
A los que habian practicado el agujero no se les vio mas, a ella la prendieron doscientos metros mas arriba, gracias a la acusacion de un vecino con bigote, avido de una medallita "a la labor social" (y la posible retribucion economica que creia le reportaria la misma).
Al juzgado que se fue, presa del panico mas profundo al pensar en el devenir que esperaria a sus retoños si la privaban a ella de libertad.



Casualmente Marina y Maria fueron "entrevistadas" por el mismo juez demente. Marina apelo al poder que detentaba y fue sometida a terapia de rehabilitacion, a la vez que su padre invitaba al juez a pasar unos dias en Tahiti a su costa.

Maria apelo a la delicadisima situacion a que se verian sometidxs sus vastagxs, suplico clemencia de rodillas y aun asi no consiguio empatia alguna. Fue condenada a quince años de prision (por el valor del pedrusco) y sus hijxs menores acabaron en reformatorios.

Se conoce que dos de ellxs acabaron muertxs por la droga.









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